Diez cucarachas con rostro humano suben por la pared exterior del Museo Nacional de Bellas Artes, reivindicadas en una instalación del pintor cubano Roberto Fabelo que hace evocar la mañana en que Gregorio Samsa despertó convertido en un insecto grotesco.

Son tan reales que algunos transeúntes se acercan a tocarlas, venciendo el rechazo natural que inspiran en la vida cotidiana, para tratar de averiguar de qué materia están hechas. Un joven de 17 años, tras intentarlo, afirma dubitativo: - parece un plástico recubierto de una resina porosa.

 No está lejos de la verdad. El pintor, tan dado a la aventura imaginativa y al humor, utilizó plástico poliuretino, conocido indistintamente como gomaespuma o gomapluma. El efecto es como un disparo certero al centro de la diana.

- Quise reflejar el sentido kafkiano presente en el mundo actual y sus crisis, sostiene.

Sonriendo a la cámara de televisión añade: - Las cucarachas han acompañado al hombre desde tiempos tan remotos y resistido de tal manera los intentos masivos de exterminarlas que uno llega a pensar si un día se convertirán en seres humanos o viceversa.Por eso me atrajo la idea de hacerla subir por las paredes del Museo, aunque pudieron haber sido las de otro edificio cualquiera, en una marcha ascendente, en busca de oxígeno, señala. Suele afirmarse que ellas serán la única señal de vida sobre el planeta, tras un cataclismo nuclear.

Bajo el título de Sobrevivientes, el conjunto - una de las propuestas de la Bienal de La Habana - mueve sin cesar la curiosidad del público. Son muchos los que aprietan el obturador de sus cámaras fotográficas para atrapar a esas cucarachas de dos metros de largo, perpetuadas por el arte desde otra dimensión de la realidad.

Lector consumado, los vínculos entre la obra del artista y la literatura, son perceptibles. Su serie Pequeño teatro del absurdo tiene un antecedente palpable en la Comedia humana de Balzac. Sólo que desde otra visión, la de la plástica, enriquecida con una mirada profundamente original.

A menudo, los seres de la fauna animal que conviven junto al hombre han recibido el bautizo benéfico y ennoblecedor del arte. Recordar, si no, a esas moscas tan vilipendiadas que habitan en la literatura desde Aristófanes a Antonio Machado y Augusto Monterroso.

- El arte bendiciéndolas con una ráfaga de poesía.

Tomado de: http://www.lajiribilla.cu/2009/n412_03/412_59.html